COMUNICACIÓN · RELATO · NEUROCOMUNICACIÓN
Este banano no es cualquier banano. Es arte. O productividad. O alimento.
El 2019, en la pared exterior de la galería de Emmanuel Perrotin de Miami Beach, un artista pegó un plátano con cinta adhesiva.
La obra del artista Maurizio Cattelan, llamada “Comediante” fue considerada una mierd* por unos o una genialidad por otros.
Usted, ¿creería que esto es arte? ¿o es un disparate?
La diseñadora neoyorkina Sarah Andelman lo consideró arte y pagó 120.000 dólares por la obra.
Usted, ¿creería que alguien pagaría más?
Hace pocas semanas, la obra de Cattelan se subastó en Sotheby´s por 6.2 millones de dólares.
La compró el criptoempresario Justin Sun.
Luego en redes publicó una foto comiéndose el banano.
(En realidad no se comió el mismo banano del 2019).
Los dueños de la obra compran un certificado de autenticidad que garantiza que el plátano que aparezca en cada momento -que será uno cualquiera del supermercado- surge de la idea del artista milanés Cattelan.
Ahora la pregunta es: ¿el banano de Cattelan es banano de Los Ríos?
La provincia de Los Ríos produce la mayoría del banano que el país exporta. ¿Lo sabrá Cattelan?
Un post en redes sociales de la Prefectura de Los Ríos -de manera oportuna, luego de la polémica de la subasta de “Comediante”- publicó que el 48% del banano que se exporta es fluminense.
Por cierto, Cattelan no fue el primer en usar un banano para una pieza de arte. En 1967 Andy Warhol jugó con uno para la portada del disco de The Velvet Underground and Nico.
El banano de Cattelan que no es banano sino es arte.
Como la pipa que no es una pipa, de Magritte.
O el urinario de la obra “Fuente” de Marcel Duchamp.
El banano de Cattelan, el urinario de Duchamp, el banano de Warhol o el banano de Los Ríos van más allá de lo objetivo y estético.
No se trata del banano se trata del relato detrás del banano.