CEREBRO · TOMA DE DECISIONES · COMPOL · COMUNICACIONES
Este buen artículo sólo existe si usted lo lee, con atención, lo recuerda y actúa influido por sus ideas.
Desde el espacio aéreo, regulado por un Estado en particular, a miles de pies de altura, no se ven las líneas dividiendo los países. No hay fronteras.
¿Por qué?
Porque sólo existen en su cabeza.
Como las ideas de nación, dólar, reputación, democracia, Estado, marcos conceptuales o marcas comerciales.
Esos constructos mentales existen porque Usted puede crearlos.
Y comunicarlos con fuerza persuasiva.
Como las ideas de este artículo.
Esa realidad construida (en su cerebro) hace que Usted y yo seamos diferentes.
Tan diferentes que podemos actuar distinto, aun frente a la misma toma de una decisión para lograr un mismo objetivo.
Podemos opinar distinto, aun frente a las mismas evidencias.
Esos constructos mentales existen porque Usted puede crearlos, comunicarlos y alguien más decide aceptarlos, interiorizarlos y compartirlos.
Esa realidad construida hace que Usted y Pepe Pérez sean parecidos. Ambos, hinchas de Barcelona.
¿Pensamos, opinamos, actuamos parecido porque creemos en valores diferentes?
¿O pensamos, opinamos, actuamos parecido porque creemos en valores similares?
¿Pensamos, opinamos, actuamos diferente porque creamos realidades diferentes?
David Eagleman sostiene que el mundo que lo rodea es una ilusión que Usted ha construido en su cabeza. Que la realidad es algo creado en su cerebro.
Luego es ¿su realidad?
Y su realidad, ¿es distinta a mi realidad?
Cada uno un übermensch, propondría Nietzsche.
En “How Emotions Are Made” (2017), Lisa Feldman Barrett dice que su cerebro ejecuta una simulación del mundo.
Esa simulación representa miles de predicciones de lo que podría suceder después, basadas en sus experiencias pasadas.
Cuando un jugador de fútbol patea un penal y el arquero lo tapa fue el cerebro del arquero que predijo la dirección, velocidad y fuerza del balón.
Salió el balón hacia la derecha, a media altura. Y él se botó hacia allá.
Su cerebro es una máquina predictiva que procesa información sensorial (externa) para generar predicciones sobre lo que podría suceder a continuación.
Esa información externa puede afectar, influir, en la construcción de su realidad.
Esas predicciones mentales están influenciadas por su experiencia previa, sus creencias, sus expectativas, sus sesgos y prejuicios.
Pero esas predicciones son… predicciones.
Pueden ser ciertas. O pueden ser equivocadas.
Cuando el arquero se botó hacia la derecha y tapó el penal, él creía que lo taparía.
Y el DT va a opinar que se debe elogiar la actitud del arquero.
Ahora, las actitudes influyen más que las creencias en la construcción de una opinión.
Esas actitudes, o posturas, no son creencias.
Las creencias son proposiciones que Usted considera ciertas.
Puede tapar un penal.
Dios existe.
Un triunvirato quiere tumbar al gobierno.
Las actitudes son evaluaciones, sentimientos sobre algo (que van de positivos a negativos).
Sobre algo y sobre todo.
El ceviche de pescado, con chifles, es el mejor del mundo.
El gobierno de tal presidente fue el mejor de la historia.
Tapar ese penal me convirtió en el mejor arquero del campeonato.
Las actitudes pueden ser positivas o negativas. Incluso ambivalentes.
Le taparon el penal a ese jugador porque su desempeño ha decaído.
Esas posturas implican una valorización emocional.
Esas emociones (positivas o negativas) lo acercan o alejan del objeto de su emoción. E influyen sus motivaciones.
Luego Usted manifiesta esas emociones a través de un “me gusta” o “me molesta”, apruebo o rechazo, voto o boto.
Pero, ¿cómo llega al “me gusta” o “me molesta”?
“No hay hechos, solo interpretaciones”.
Nietzsche, “Fragmentos” (1886)
“Las actitudes y las creencias juntas son las que forman los valores, la jerarquía de ideas, los problemas y las metas que consideramos importantes”.
David McRaney, “How Minds Change” (2022)
“Nuestra vida es lo que nuestros pensamientos crean”.
Marco Aurelio
