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Historia del perro tricolor que habla para demostrar su sesgo de veracidad
Imagine que le cuento sobre mi perro tricolor.
Tengo un perro tricolor que habla español, le digo.
Usted se va a sorprender.
La sorpresa sería como una señal de alerta. Algo está mal, Usted pensará.
Su cerebro inmediatamente va a comparar la frase “tengo un perro tricolor que habla español” con su conocimiento sobre perros -los perros no hablan, no dan direcciones, ni son tricolores-.
Sin más -antes de un segundo- Usted sabrá que la frase es falsa.
Algo anda mal con Andrés (o con el perro), pensará.
Pero si le digo que tengo un perro tricolor que ladra cuando quiere comer, Usted sentirá que es cierto.
Usted sabe que los perros ladran.
Es más, Usted podría pensar: “perro que ladra. Aburrido”.
Usted sabe que algunos perros ladran para pedir comida.
Usted ha escuchado de Pavlov y el condicionamiento clásico.
Usted ha escuchado muchas veces que “las vacas hacen muuu; los pollitos hacen pio; y los perros, guau-guau”.
La repetición sería como una señal de familiaridad.
La repetición crea familiaridad.
Si Usted siente que algo -una frase, una idea, una imagen- es familiar, entonces creerá que es verdadera. Aun si no lo es.
“…un sentimiento de familiaridad es -con frecuencia- asociado con la verdad; y un sentimiento de sorpresa es -a menudo- asociado con inverosimilitud”, escriben Sharot y Sunstein en “Look Again” (2024).
El asunto es que Usted puede recordar haber escuchado la frase pero no recordar dónde la escuchó, de quien la escuchó o en qué contexto.
Por ejemplo Usted puede recordar que sólo usa el 10% de su cerebro o que la vitamina C lo cura de un resfrío. Pero no puede recordar la fuente. Así lo confirmó Schacter en “The Seven Sins of Memory” (1999).
Cuando Usted siente que una información es familiar, usa menos recursos para procesarla y no cuestiona la fuente.
Lo cierto es que la evidencia demuestra que Usted usa más del 10% de su cerebro, y la evidencia no es concluyente respecto a que la vitamina C cura el resfrío.
Ahora, ¿cuál es el problema?
Volvamos al perro tricolor que habla español.
Imagine que yo pongo en redes sociales: “mi perro tricolor habla español”.
Imagine que Usted responde: “es mentira que el perro tricolor habla español”.
Imagine que una tercera persona lee ambas frases.
Para la tercera persona, quien lee dos veces: “perro tricolor habla español”, empieza a sentir familiar la historia del perro… luego podría empezar a creerlo.
La tercera persona sufrirá de miopía cognitiva porque su cerebro se habrá enganchado en el segmento repetido (familiar) de la frase.
Repetir una y otra vez las ideas es una forma de crear familiaridad, ergo facilidad de procesamiento neuronal al estímulo repetido.
Además su sesgo de veracidad hará que Usted asuma que lo que los demás dicen es cierto. Usted cree lo que le dicen.
Usted es un creyente.
Imagine una sociedad dónde todos desconfían de todos. Sería inviable.
Conclusión…
El efecto de la verdad ilusoria más el sesgo de veracidad hacen que Usted sea vulnerable a desinformación, fake-news o estafas.
Así funcionan los bulos religiosos o comerciales o políticos.
En este punto debo indicar que no tengo perro tricolor y que esa idea es un ejemplo hiperbólico para fines explicativos.