COMUNICACIÓN · NEUROCIENCIA · COMPORTAMIENTO HUMANO
Usted, ¿ha mentido en su currículo añadiendo pomposidad a algún curso de un par de horas en línea?
¿Ha mentido sobre su estatura o físico para parecer más atractivo en la app de citas? ¿Ha mentido sobre su verdadero color de ojos en redes sociales? ¿Sobre la curvatura de su rostro? ¿O la curvatura de su espalda baja?
Usted, ¿ha inventado la muerte súbita de un pariente para evitar un día de trabajo?
¿Ha conseguido un certificado médico para lograr algún privilegio?
¿Ha mentido para ganar algo?
…en un post? …en un correo electrónico? …cara a cara?
El estudio de 2004 de J.T.Hancock et al. sugería que las diferencias entre medios no eran significativas. Sin embargo, se mentía menos en medios sincrónicos, sin registro y cuando las partes estaban distantes (por ejemplo, por teléfono o videoconferencia -recuerde, era 2004-).
Un estudio de 2021 de David M. Markowitz confirmó la tesis de Hancock.
Se miente más por teléfono o videoconferencia y menos por textos (8.2%), redes sociales (8.6%) o correo electrónico (7.8%).
¿Algunos medios -como el teléfono- facilitan que Usted mienta?
¿Engañar por teléfono tiene un menor costo social?
¡Epa!
Usted, ¿no miente?
Timothy R. Levine -profesor de comunicación en Birmingham- tiene una teoría: que la honestidad es la norma cuando las personas se comunican unas con otras.
La llama Truth Default Theory (TDT).
Bajo esta perspectiva, hay muchos honestos y pocos mentirosos que mienten bastante. Son prolíficos, dice Levine.
Y los políticos, ¿en qué categoría caen?
Por cierto, en “Mentir para mantener el poder” dije que mentir es humano; que Usted tiene facilidad connatural para mentir y que un candidato miente para ganar las elecciones.
Creer que los políticos son deshonestos es un cliché.
Pero habría evidencia empírica para justificar una que otra mentirillas políticas. El estudio “Eliciting preferences for truth-telling in a survey of politicians” (2020) encontró que los políticos que son contrarios a mentir tienen un índice de reelección menor.
¿Mentir es necesario para ganar las elecciones?
El político argumentará que sólo dice lo que sus electores quieren escuchar.
Luego, ¿por qué se enojarían (esos electores) si les contaron lo que querían escuchar?
(Momento filosófico) Cuando John Locke decía que el poder político deriva del consenso de los gobernados, ¿quería decir que ese poder es ilegítimo cuando se logra a través del engaño?
Lo cierto es que mentir es manipular. Es también un abuso de confianza.
Y cuando descubren al político en una mentira, el Ethos de ese político se afecta en gran medida.
Imagine que vive un estado de guerra; en esta circunstancia, ¿el engaño sería válido?
En un contexto de guerra, Usted ¿aceptaría que un político mienta cuando le pregunten sobre estrategias de combate?
En la II Guerra Mundial, los británicos engañaron a los nazis sobre el desembarco en Normandía. Si lo revelaban se perdía el efecto sorpresa.
En las elecciones de 1940 en Estados Unidos, el presidente Franklin D. Roosevelt mintió a sus electores sobre sus intenciones armamentistas. Si él aceptaba que pronto irían a la guerra, entonces perdería la reelección.
En el caso Watergate, el presidente Nixon mintió para salvar su presidencia.
En el caso Lewinsky, Clinton mintió sobre sus actividades sexuales para salvar su presidencia.
¿Hay mentiras buenas y mentiras malas?
Pero creo que hay algo peor que las mentiras para ganar las elecciones: cuando un candidato tontea a sus electores con ofertas fantasiosas, torpes, irrealizables.
Ofertas tontas apoyadas y aplaudidas por partidarios sin argumentos (ni evidencias) que corean en alto su lealtad política o su cosmovisión moral.
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